“Una versión de mí mismo más fuerte, reflexiva y abierta al mundo” (versión Español)

Ameth Rodríguez (Panama), participante de LAYA en el otoño de 2024, comparte su experiencia en Kalamazoo - blog invitado

A large group of people is pictured with LAYA participants in a backyard in the fall at a Global Ties Kalamazoo gathering.

Los anfitriones, el personal y los voluntarios de Global Ties Kalamazoo dan la bienvenida a los participantes de LAYA 2024.

¡Hola! Soy Ameth Jhosue Rodríguez Pérez. Soy de Panamá, tengo 17 años y he llegado a Kalamazoo con una mezcla de emociones. No puedo negar que mis expectativas iniciales sobre esta ciudad eran un tanto bajas, pero no porque tuviera una mala actitud, sino porque no había investigado mucho antes de llegar. Sin embargo, mi mente estaba abierta y mi actitud era positiva. Claro, también estaba algo nervioso: iba a conocer a mi familia anfitriona, y además, compartiría este viaje con compañeros con quienes apenas había hablado.  

El primer día en Kalamazoo fue tranquilo, pero cargado de emociones. Conocí a mi familia anfitriona, los Youker, quienes desde el primer momento me hicieron sentir como en casa. También conocí a Joshua, mi compañero de habitación. A pesar de ser nuestra primera vez juntos, la conexión fue inmediata, como si ya nos conociéramos desde siempre.  

Por la tarde, asistimos a una cena organizada por Nayda y Patricia, dos mujeres maravillosas que nos recibieron con una comida que mezclaba los sabores caribeños y latinoamericanos. Fue un gesto que no solo me llenó de nostalgia, sino que también me hizo sentir lo importante que es la comunidad y la hospitalidad en esta experiencia. 

Escenas de los primeros días en Kalamazoo, incluyendo comida y amigos en la fiesta de bienvenida y conocer a su familia anfitriona en el aeropuerto.

El lunes marcó oficialmente el inicio de nuestra agenda. En las oficinas de Global Ties Kalamazoo, conocimos a Emma Baratta, la directora del programa, y a Beth Clark, quien con su carisma y sentido del humor nos puso a todos a reír desde el principio. Nuestra primera actividad fue en Can-Do Kalamazoo, un espacio dedicado a impulsar a pequeños empresarios a través de ideas innovadoras y recursos accesibles. Nos explicaron cómo apoyan a quienes buscan emprender desde cero, algo que realmente me inspiró.  

Después, visitamos El Concilio Hispanoamericano, una organización que trabaja en favor de la comunidad latina en Kalamazoo. Lo más impresionante fue descubrir que tienen su propio periódico en español, dedicado a informar y empoderar a los latinos en la región. Fue increíble ver cómo una comunidad puede unirse para preservar su identidad y al mismo tiempo integrarse en una sociedad diversa.  

Por la tarde, recorrimos el centro de Kalamazoo, famoso por ser uno de los primeros centros comerciales peatonales del mundo. La arquitectura, las tiendas y la historia del lugar me dejaron fascinado. Almorzamos en Benny DiCarta’s, donde probamos una pizza deliciosa, y cerramos el día en casa de los Youker, tallando calabazas por primera vez. Aunque fue algo completamente nuevo para mí, lo disfruté muchísimo, especialmente compartir risas con mi familia anfitriona y mis compañeros. 

Un mural en el nuevo edificio de El Concilio, un horizonte de Kalamazoo, y la primera vez tallando una calabaza.

El martes comenzó con nuestro primer "check-in", una dinámica en la que compartimos cómo nos sentíamos y cómo íbamos adaptándonos a nuestras familias anfitrionas. Me pareció una forma genial de conectarnos como grupo y asegurarnos de que todos estuviéramos cómodos.  

Luego, visitamos un sendero junto al río Kalamazoo, donde aprendimos sobre su historia. Este río, que alguna vez estuvo gravemente contaminado, se ha convertido en un símbolo de resiliencia gracias a los esfuerzos comunitarios por limpiarlo y restaurarlo. Fue emocionante ver cómo la naturaleza puede recuperarse con el compromiso humano.  

Nuestra siguiente parada fue en Open Roads Bike, donde desarmamos bicicletas. Fue una actividad práctica e inesperada, pero que disfruté mucho. Allí conocí a Phillip, el shop manager y fotógrafo, cuya energía positiva fue contagiosa. Su disposición para ayudarme y a mi compañera Suglin, de Costa Rica, fue admirable y nos inspiró a trabajar con entusiasmo.  

Por la tarde, visitamos Public Media Network, donde recibimos equipo y capacitación para crear blogs. Mi grupo, formado por Nexar y Luis, mostró un increíble trabajo en equipo. Más tarde, mi padre anfitrión me llevó a la academia de rock de su hijo, donde pude disfrutar de música en vivo y sumergirme en la cultura musical local, algo que me fascinó como amante del rock. 

Los participantes de LAYA caminan a lo largo del sendero del río Kalamazoo detrás del programa de bicicletas Open Roads.

El hermano anfitrión de Ameth tocando la batería, Ameth trabajando en una bicicleta en Open Roads, y Mil de Public Media Network dirigiendo un taller sobre vlogging.

El miércoles fue un día cargado de aprendizaje. Visitamos la oficina por sostenibilidad de Western Michigan University, donde nos explicaron cómo implementan prácticas sostenibles para reducir su impacto ambiental. Como joven ambientalista, esta charla resonó profundamente conmigo. Me ayudó a entender mejor cómo pequeñas acciones pueden marcar una gran diferencia en la comunidad y cómo podemos inspirar a otros a hacer lo mismo.  

Al mediodía, almorzamos en la universidad y conocimos a Sofía Hartman, una pasante que trabaja en Global Ties Kalamazoo. Durante el recorrido, pasamos por una estatua interesante. La tradición dice que si logras replicar la posición de la estatua con tus amigos, la universidad te otorga una beca completa. Aunque no sé si sea cierto, fue divertido intentarlo y reírnos juntos.  

Por la tarde, visitamos el Kalamazoo Valley Museum, donde aprendimos sobre la historia local. Uno de los objetos que más me llamó la atención fue una momia, que parecía sacada de una película. La visita terminó con una actividad de arte en vidrio, donde mi paciencia fue puesta a prueba. Aunque fue un reto, al final logré crear algo que me dejó satisfecho. 

Un día ocupado para LAYA en Kalamazoo: visita a WMU y el Kalamazoo Valley Museum, una selfie desde el bús entre actividades, y participantes de LAYA en un taller de arte en vidrio en Glass Art Kalamazoo.

El jueves estuvo lleno de emociones y experiencias inolvidables. El día comenzó con una visita al Air Zoo, uno de los lugares más destacados de Kalamazoo. Caminar entre aviones legendarios como el SR-71B Blackbird fue impresionante, y el simulador de vuelo agregó un toque de diversión que compartí con Nexar y Luis mientras grabábamos partes de nuestro vlog. Sin duda, se convirtió en una de mis paradas favoritas del viaje.

Por la tarde, fuimos a una bolera [Airway Fun Center], marcando mi primera vez jugando bolos. La experiencia fue emocionante: aprender a lanzar la bola, reírnos tanto de los aciertos como de los fallos, y animarnos mutuamente creó un ambiente relajado y lleno de alegría. Para mí, no se trataba solo del juego, sino de fortalecer los lazos con el grupo en un entorno divertido y ameno.

Después, regresamos a la casa de Elena para prepararnos para la noche de Halloween. Salir a pedir dulces por el vecindario fue mágico. Las decoraciones festivas, las calabazas iluminadas y el cálido espíritu de la comunidad hicieron que la noche fuera especial. Fue como estar en una película, y disfruté cada momento, algo que me fascinó, un momento mágico que me hizo sentir como un niño otra vez.

Actividades en Halloween: una visita al AirZoo, bolos en el Airway Fun Center y trick or treating con las familias anfitrionas.

El viernes comenzó con una visita al Kalamazoo Valley community College (KVCC), donde aprendimos sobre los programas educativos y su enfoque en la innovación. Uno de los talleres que más me llamó la atención fue el de impresión 3D, diseñado para impulsar el desarrollo tecnológico en la región. Ver cómo la tecnología puede ser una herramienta para el progreso fue inspirador.

Más tarde, tuvimos un taller con Natalia, una brasileña que trabaja en el college. Nos compartió un poema titulado There’s a Hole in My Sidewalk de Portia Nelson. Este poema nos invitó a reflexionar sobre cómo muchas veces enfrentamos los mismos problemas porque no cerramos los "huecos" en nuestras vidas. Fue una lección poderosa que quedó resonando en mi mente.

Por la tarde, volvimos al Public Media Network para finalizar la edición de nuestro vlog. Aunque mi experiencia está más relacionada con la fotografía que con la edición de videos, disfruté muchísimo el proceso. Fue increíble ver cómo cada miembro del grupo aportaba su visión y perspectiva sobre las experiencias vividas en Kalamazoo. Esta actividad despertó en mí un nuevo interés por la edición de videos, algo que estoy emocionado por seguir explorando.

Esa noche, conocí al abuelo de mi padre anfitrión, quien había llegado de Honduras. Escuchar sus historias como voluntario del Peace Corps y su vida enseñando inglés fue inspirador. Sus anécdotas y pasión por ayudar a los demás dejaron una huella en mí y me hicieron reflexionar sobre el impacto que podemos tener en las vidas de otros.

Participantes de LAYA frente a banderas del mundo en Kalamazoo Valley Community College.

El grupo de Ameth compartiendo su vlog terminado en PMN, pasillo en KVCC y un ejercicio de poesía de su taller con Natalia.

El sábado comenzó con un viaje por carretera hacia el Lago Michigan, un lugar cuya belleza es difícil de describir con palabras. Joshua y yo no pudimos resistir la tentación de correr hacia una colina cercana para obtener las mejores vistas y capturar fotografías que inmortalizaran ese momento. Estar frente a ese vasto horizonte de agua cristalina me hizo sentir una conexión profunda con la naturaleza.

Por la tarde, regresamos a casa para descansar un poco, pero la noche trajo consigo una experiencia completamente nueva y especial: asistir a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Kalamazoo. Lo más significativo fue que mi mamá anfitriona formaba parte de la organización del evento, lo que me permitió ver el trabajo detrás de escena y apreciar aún más lo que significa planificar algo de esta magnitud.

Tuve la increíble oportunidad de conocer a figuras destacadas del mundo de la música clásica, como el director Julian Kuerti, el clarinetista Anthony McGill, y el compositor James Lee III. Estar en el mismo espacio que estos referentes fue inspirador, y sus interpretaciones me dejaron sin palabras. La música llenó el auditorio con una energía que trascendía las notas y las partituras, tocando el alma de todos los presentes.

Fue un honor presenciar un evento tan grandioso y ser parte, aunque sea por una noche, de un mundo tan sofisticado y lleno de pasión. Esa noche reafirmé que la música es un lenguaje universal, capaz de conectar a personas de diferentes culturas y trasfondos de una manera única y poderosa.

Fotos de las actividades de fin de semana de Ameth con su familia anfitriona: visitar el lago Michigan en South Haven, asistir a un concierto de la Kalamazoo Symphony Orchestra y una concha de la playa.

El domingo, nuestra familia anfitriona nos llevó a almorzar sushi y arroz frito, una combinación perfecta para una tarde tranquila. Más tarde, visitamos South Beach y la ciudad de South Haven, acompañados por Suglin. Pasamos un tiempo maravilloso explorando el área, disfrutando de la brisa y las vistas al lago. Fue un día relajado, perfecto para recargar energías antes de la última jornada de actividades.

South Beach en el lago Michigan en South Haven y una selfie con la familia anfitriona de Ameth, los Youkers.

El lunes amaneció con un aire melancólico. Sabíamos que era nuestro último día juntos, y eso se reflejaba en el ambiente del grupo. Nuestra primera actividad fue un recorrido por el Centro de Innovación Alimentaria de KVCC, donde vimos de cerca una greenhouse (invernadero) en la que cultivaban flores y alimentos resistentes al clima frío de Kalamazoo. Fue interesante aprender sobre cómo combinan sostenibilidad y tecnología para impulsar la producción local.

Por la tarde, teníamos planeada una visita a la Western Michigan University, pero lamentablemente no se pudo realizar. Sin embargo, eso no nos detuvo de disfrutar el día. Paseamos por el centro de Kalamazoo, compartiendo risas y reflexionando sobre los momentos vividos.

El día terminó con una ceremonia de entrega de certificados en las oficinas de Global Ties Kalamazoo. Fue un momento emotivo, donde cada uno compartió palabras de gratitud y reflexionó sobre lo que significó esta experiencia. No pude evitar llorar, ya que todo lo que habíamos vivido juntos me había marcado profundamente.

Esa noche, mi hermanita anfitriona me entregó una carta escrita a mano que me emocionó hasta las lágrimas. Fue un detalle lleno de cariño que cerró esta etapa de mi viaje de una manera especial e inolvidable.

Una selfie de un participante de LAYA con la cámara de Ameth en un espejo antiguo.

Noches de bicicleta y amigos: Ike, Luis y Joshua
Algunas de las memorias más vibrantes que me llevo de este viaje son las noches de bicicleta con Ike, Luis y Joshua. Noches donde el aire fresco nos envolvía mientras rodábamos por calles desconocidas, compartiendo risas, anécdotas y silencios cómodos que reflejaban la conexión que habíamos creado. En esos momentos, la ciudad parecía nuestra, como si el mundo se hubiera detenido para permitirnos disfrutar plenamente de nuestra juventud. Esas noches no solo fueron diversión; también nos enseñaron a confiar unos en otros, a sentirnos libres y a valorar las amistades que se forjan en las circunstancias más inesperadas.

La importancia de cada uno en mi desarrollo como persona
Nunca imaginé cuánto impacto podían tener personas que conocí durante unas semanas en mi desarrollo personal. Cada uno, con su forma de ser y sus experiencias, dejó una marca en mí, ayudándome a crecer y a ver el mundo desde perspectivas diferentes.

Cristian y Emma fueron como guías en este viaje. Cristian no solo nos cuidó, sino que también nos enseñó a enfrentar los desafíos con paciencia y dedicación. Su habilidad para manejar cualquier situación con calma me inspiró profundamente. Emma, con su entusiasmo y amabilidad, nos enseñó que liderar no solo es dirigir, sino también conectar y apoyar a los demás.

Beth me dio una oportunidad única que jamás olvidaré. Al incluirme como fotógrafo del equipo de Ties y confiar en mí para documentar nuestras vivencias a través del blog, me mostró que mi talento puede abrir puertas y contar historias que impacten a otros. Esa experiencia me motivó a seguir explorando la fotografía como un medio de expresión y conexión.

Paul Miller, con su pasión por la fotografía, fue una inspiración constante. Compartir momentos con alguien que ama tanto lo que hace me recordó que las cosas más bellas en la vida son aquellas que hacemos con el corazón.

Joshua se convirtió en el hermano que nunca supe que necesitaba. Siempre estuvo ahí para apoyarme, para escucharme y para compartir esos momentos simples pero significativos que solo los verdaderos amigos entienden.

Luis no fue solo un compañero de viaje; se transformó en alguien profundamente importante para mí. Sus palabras de aliento y su forma de ver la vida me hicieron reflexionar sobre mis propios sueños y metas.

Ike, por otro lado, se convirtió en uno de los mejores amigos que tuve en este viaje. Su lealtad, sentido del humor y apoyo incondicional hicieron que cualquier momento junto a él fuera memorable. Ike me enseñó que las amistades verdaderas no se miden en tiempo, sino en la conexión que se forma.

Mi familia anfitriona
Desde el primer día, mi familia anfitriona me trató como uno más. Me transmitieron su pasión por la música y su amor por las pequeñas cosas de la vida. A través de ellos, aprendí el valor de la hospitalidad y cómo los lazos familiares pueden superar cualquier diferencia cultural.

El abuelo, con sus historias locas y emocionantes, fue una fuente de inspiración. Su entusiasmo por la vida y su capacidad para encontrar aventuras en cada rincón del mundo me motivaron a buscar siempre lo extraordinario en lo cotidiano.

Helena, con su alegría y dulzura, fue como una hermana pequeña para mí. Su entusiasmo me recordaba lo importante que es vivir con curiosidad y apertura.

María Fernanda, nuestra mentora
María Fernanda, mentora de Costa Rica, fue más que una cuidadora; fue una guía y un ejemplo. Su paciencia, empatía y dedicación nos mostraron lo que significa liderar con el corazón. Gracias a ella, comprendí la importancia de cuidar de los demás y de dar siempre lo mejor de mí en cada situación.

Reflexión final

Este viaje no solo fue un cambio de ambiente o un recorrido por nuevos lugares; fue un encuentro conmigo mismo y con personas extraordinarias que marcaron mi vida. Cada experiencia, desde las noches de bicicleta hasta las conversaciones profundas, me ayudó a crecer y a valorar la riqueza de las conexiones humanas.

Me voy de Kalamazoo con el corazón lleno de gratitud, con amistades que sé que durarán más allá de las distancias y con una versión de mí mismo más fuerte, reflexiva y abierta al mundo. Este viaje fue un recordatorio de que cada persona que encontramos tiene algo que enseñarnos, y que los momentos más simples a menudo son los más significativos.

Si algo puedo llevar conmigo, es la certeza de que las experiencias más valiosas no son las que acumulamos, sino las que compartimos. Y por eso, a todos los que formaron parte de este viaje: gracias por ser parte de mi historia.

Conectarse con Ameth: http://www.linkedin.com/in/ameth-rodr%C3%ADguez-1b21822a0

Ameth visitó Kalamazoo a fines de octubre de 2024 a través del Programa de Jóvenes Embajadores de América Latina (LAYA) implementado en Kalamazoo en asociación con la Universidad de Georgetown.

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